Queenstown, capital mundial de la aventura
Hace ya muchos años que el asombroso valle donde se encuentra ubicada una de las poblaciones más activas de Nueva Zelanda, fue excavado en la tierra por la erosión producida por los glaciares, ríos y lagos que existían por aquel entonces en la zona, dando lugar a la población más singular del país: Queenstown.
Durante siglos, los maoríes habían forjado senderos a través de la región para las acceder a nuevos espacios de caza estacionales y para la recolección del preciado tesoro que es el ‘pounamu’ (piedra verde conocida también como el jade neozelandés). Sin embargo, los primeros intentos de alcanzar el lago Wakatipu por aventureros europeos fracasaron estrepitosamente hasta que el jefe maorí Reko guió al primer grupo a las orillas del lago en 1856.
Una vez que se estableció una vía de acceso, los primeros pioneros siguieron rápidamente, en busca de pastizales fértiles y suelo para la agricultura. Queenstown cumplió, pero a cambio de un elevado precio. El lago Wakatipu (uno de los lagos más impresionantes de Nueva Zelanda junto al que se asienta esta efervescente población) y los ríos anchos y rápidos con los que se unía se cobraron la vida de muchos de los aguerridos aventureros que lo intentaron cruzar. Para ellos, la naturaleza de Fiorland les tenía reservados todo un abanico de dificultades como escarpadas y altas montañas, fuertes nevadas, inundaciones repentinas, destacan entre algunas de las innumerables sorpresas geo-meteorológicas que esos robustos colonos tuvieron que superar para poder acceder.
Con la llegada del descubrimiento del oro en 1862, más espíritus aventureros se instalaron en Queenstown. La vida minera no solo era brutal, sino que también era a menudo fatal. Estos hombres y mujeres necesitaban gran determinación y coraje para sobrevivir en condiciones adversas de vida básicas, en lugares generalmente remotos y de difícil acceso. Junto con la difícil geografía de la tierra, tuvieron que lidiar con el barro, las inundaciones, el hielo y la nieve. Los bebés a menudo eran transportados en cajas de ginebra colgadas sobre los lomos de los caballos de carga, con un niño columpiándose a cada lado mientras el animal avanzaba por senderos de montaña escarpados y estrechos. Cuando se acabó el oro, muchos de estos intrépidos pioneros crearon otros medios de ingresos para asegurarse el poder permanecer en esas tierras y formar familias.
Los primeros mineros se embarcaron en increíbles viajes por acantilados y montañas para llegar a arrecifes de cuarzo. Para los agricultores, el montañismo era simplemente parte de vivir y trabajar en estaciones de montaña. Sólo cuando el reverendo WS Green intentó ascender al monte Earnslaw (en maorí Mt. Pikirakatahi de 2.819mts) en marzo de 1882, el montañismo se convirtió oficialmente en un deporte de aventura muy codiciado en Queenstown.
Ocho años después del fallido intento del reverendo WS Green, el honor de conquistar el monte Earnslaw recayó en el conocido guía de Glenorchy, Harry Birley. Harry a su llegada a la cima, construyó un gran montón de rocas en su pico en el que ocultó una botella de Irish Moss con un chelín doblado adentro. Desafortunadamente para Harry, muchos de los lugareños no creían que lo hubiera logrado, pero su hito fue confirmado dos años después con el ascenso exitoso llevado a cabo por los hermanos Malcolm y Kenneth Ross, que recuperaron el chelín de dicha botella al llegar a la cumbre. Más de cien años después, miles de alpinistas, escaladores, rappel y barranquistas han tenido la oportunidad de explorar y conquistar los valles y picos de Queenstown.
A principios del siglo XX, las numerosas rutas de senderismo de la región estaban creando una nueva demanda de turismo de aventura en verano. Los visitantes llegaban de todas partes de Nueva Zelanda y del mundo para descubrir estos paisajes únicos, para alcanzar las gloriosas vistas desde las colinas cercanas y los picos de las montañas circundantes, o simplemente para caminar por lugares remotos como los senderos de Milford, Routeburn o Hollyford. Hoy en día, muchos de estos senderos también son recorridos por ciclistas, ciclistas de montaña y corredores de maratón.
El incremento de las visitas a Queenstown la convirtió en un destino más accesible durante todo el año gracias a las mejoras de acceso para llegar en automóviles y aviones de ala fija. Cuando el pionero del turismo y entusiasta del esquí, Sir Henry Wigley, inventó un avión de esquí especial en la década de 1950, creó un mercado para experiencias privadas de nieve en el campo, una actividad que actualmente se realiza en helicóptero. Unos años antes de esto, en 1947, Sir Henry también había ayudado a su buen amigo e inventor Sir William (Bill) Hamilton a instalar el primer remolque de esquí de cuerda en Coronet Peak, creando la primera estación de esquí comercial del país y estableciendo firmemente Queenstown como un destino de turismo invernal.
Bill Hamilton también puede atribuirse el mérito de haber inventado otra actividad de aventura por la que Queenstown ahora es famosa: los botes a reacción. Desarrollado originalmente para darle la capacidad de viajar por los ríos trenzados poco profundos que cruzaban su granja, su diseño único de propulsión por chorro de agua permitió que sus botes viajaran a altas velocidades en aguas poco profundas que antes eran inaccesibles con embarcaciones convencionales de hélice. En 1960, las lanchas a reacción comerciales emocionaban a los turistas a lo largo de los ríos Shotover y Kawarau, y actualmente, continúan haciendo las delicias de los visitantes ávidos de adrenalíticas actividades.
Los tiempos siguieron evolucionando las actividades de la zona y ya en 1974 llegó el rafting comercial, esta actividad convirtió los ríos que una vez habían hecho la vida peligrosa para los primeros colonos comenzaron a proporcionar aventuras llenas de adrenalina para miles de visitantes. Actualmente las actividades acuáticas se han ampliado para incluir kayak, rafting, surf en el río y trineos. En el lago Wakatipu, los visitantes también pueden experimentar el kite ski, el parasailing o incluso bucear bajo el agua en los primeros Seabreachers comerciales del mundo.
Posiblemente la primicia mundial más famosa de Queenstown es la operación comercial Bungy que se lanzó el 12 de noviembre de 1988, en el histórico Puente Kawarau. Inicialmente considerado como una moda pasajera por muchos lugareños, el puenting se convirtió rápidamente en un fenómeno internacional y un rito de iniciación esencial en Queenstown. A su vez, el bungy ha inspirado otras aventuras mundiales que desafían la gravedad, como los columpios en los cañones y los paseos en tirolina, cada uno de los cuales complementa el paisaje natural en los que están establecidos.
Queenstown es también el lugar de nacimiento del parapente biplaza, iniciado por el difunto Bruce Grant. El deporte se lanzó comercialmente en 1990, junto con la fotografía en caída libre. De hecho, algunas de las mejores vistas de esta impresionante zona ahora se disfrutan desde el cielo. Los visitantes admiradores pueden mirar hacia las montañas y ver igualmente fascinantes parapentes, alas delta y paracaidistas mirando hacia abajo.
Entre las frenéticas actividades que llenan las horas de los días en Queenstown, también encontramos actividades más relajadas, como ascender en ‘telesilla’ al Skyline Góndola que también ofrece increíbles vistas de Queenstown de las que podemos disfrutar cómodamente sentados o disfrutando de una deliciosa comida local. Construido en 1968, es el paseo en góndola más empinado del hemisferio sur, y ofrece para la mayoría de los visitantes una descarga de adrenalina.
Podría decirse que cualquiera de las actividades de aventura que se ofrecen en Queenstown sería suficiente para la mayoría, pero en septiembre de 2014, el deportista de aventuras Kiwi Chuck Berry se convirtió en la primera persona en completar la aventura de adrenalina 5X1NZ recién lanzada, que cubre cinco actividades de aventura locales icónicas en un día: paracaidismo, snowboard, bicicleta de montaña, puenting y lancha motora.
La ola de interés por la aventura ha creado un entorno para que otros innovadores y emprendedores sigan la estela de los primeros pioneros, reforzando aún más la reputación de Queenstown como “La capital mundial de la aventura”.
Hoy en día, los senderos ásperos y, a menudo, empinados y sinuosos, previamente atravesados por carros, caballos de carga y pies, son emocionantes aventuras de travesía en las 4 ruedas y en bicicleta de montaña. Los picos remotos que alguna vez tardaron días o semanas en ser escalados, ahora están a solo un viaje en helicóptero.
Pero la intrépida energía de los atrevidos aventureros y emprendedores que han atravesado a lo largo de los siglos sigue siendo palpable en todos los rincones de Queenstown. Está en las escarpadas montañas, los verdes valles, las llanuras oscuras, las brillantes aguas turquesas y en las personas que llaman hogar a este increíble lugar.
Texto basado en la información facilitada por Queenstown New Zealand para la promoción local.
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18 marzo, 2021 at 4:17 pm