
Milford Sound: La Octava maravilla del mundo.
La historia de Milford Sound comienza hace mucho tiempo atrás, cuando Nueva Zelanda era una tierra virgen de bosques, montañas, ríos y mar.
Los maoríes que vivían en la Isla Sur descubrieron Milford Sound hace más de 1,000 años. Las tribus viajarían allí para pescar y cazar alrededor del fiordo, y recolectar el sagrado mineral; el pounamu. Los desplazamientos los realizaron por caminos tradicionales a través de pasos de montaña, incluido el que ahora se conoce como MacKinnon Pass ubicado en la famosa Milford Track.
Según cuenta la leyenda maorí, Milford Sound fue formado por Tu-te-raki-whanoa. Era un atua (figura piadosa) que estaba a cargo de dar forma a la costa de Fiordland. Cantando una poderosa karakia (oración), esculpió los altos muros de roca con su toki (especie de hacha) llamado Te Hamo.
El nombre maorí de Milford Sound, Piopiotahi, significa “un solo piopio”,(ave nativa extinta). Cuando el legendario héroe Maui murió tratando de ganar la inmortalidad para su amada gente, se dijo que un piopio voló hasta el lugar como señar de luto.
Los primeros colonos europeos no exploraron el interior de Milford Sound en barco, por lo que no se apercibieron de que dentro de su estrecha entrada había una magnífica región para descubrir. La entrada al fiordo quedaba tan bien escondida que el famoso explorador Capitán Cook llegó a pasar de largo la entrada en dos ocasiones.
En 1823, un cazador de focas llamado John Grono fue el primer colono europeo en visitar la zona. Entonces le puso nombre y lo llamó Milford Sound.
Un tiempo más tarde el escocés Donald Sutherland se convirtió en el primer residente permanente de Milford Sound. Sutherland había vivido una vida intensa en el ejército y como buscador de oro. En 1877 dejó todo atrás y navegó por la costa de Fiordland, solo con su perro como compañía. Cuando llegó a Milford Sound, decidió quedarse.
El lugar elegido por Sutherland para vivir estaba cerca de lo que ahora conocemos como Lady Bowen Falls. Sutherland vivió como ermitaño durante muchos años, pero incluso con su hermético estilo de vida, imaginó una floreciente “Milford City”. También descubrió las cataratas Sutherland que llevaban su nombre. En 1890 se casó y su esposa Elizabeth se unió a él en Milford Sound.
Los Sutherlands construyeron el primer hotel en Milford Sound, para dar cabida al creciente número de senderistas que llegan allí recorriendo la asombrosa senda que ahora es la conocida Milford Track. Después de la muerte de Donald en 1919, Elizabeth vendió el hotel al gobierno.
Con el paso del tiempo, los senderistas fueron llegando hasta Milford Sound y las historias sobre la belleza salvaje de la región comenzaron a extenderse. El escritor británico Rudyard Kipling lo visitó en la década de 1890 y declaró a Milford Sound “la octava maravilla del mundo”.
A partir de 1935, los trabajadores comenzaron a construir el túnel de Homer, perforando rocas sólidas desde el valle de Hollyford hasta el valle de Cleddau. El trabajo fue duro y las condiciones difíciles, pero persistieron hasta que finalmente el túnel se abrió en 1954, permitiendo el acceso por carretera a Milford Sound. Esta construcción fue un gran avance para dar a conocer mas fácilmente Milford Sound y fue a partir de ese momento en que los visitantes comenzaron a acudir allí para poder contemplar su agreste belleza.
En 1990, Milford Sound, junto con el resto de Fiordland y otros tres parques nacionales, fue nombrado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. El Parque Nacional Fiordland, junto con el Parque Nacional Mt Aspiring, el Parque Nacional Aoraki / Mt Cook y el Parque Nacional Westland, conforma Te Wahipounamu, Patrimonio de la Humanidad. Te Wahipounamu es reconocido por la UNESCO como un área ecológicamente significativa, con una amplia gama de características geográficas y un ecosistema virgen que permite que florezca la vida silvestre única y rara.
La longitud de Milford Sound es de aproximadamente 16 km desde la cabecera del fiordo hasta el mar abierto, lo que significa que se puede navegar cómodamente hasta el océano abierto y regresar con una embarcación. En algunos lugares, el fiordo tiene una profundidad de hasta 400 m (1.312 pies). Milford Sound es una entrada larga y estrecha ubicada en el extremo más septentrional del Parque Nacional Fiordland, que se abre hacia el Mar de Tasmania.
Adornada por sus paisajes impresionantes, su entorno prístino y su belleza remota y accidentada, la geografía de Milford Sound lo convierte en un lugar verdaderamente especial para visitar.
Las paredes rocosas que componen Milford Sound y la región circundante de Fiordland fueron una vez parte de una enorme cadena montañosa en el megacontinente de Gondwanaland, hace más de 600 millones de años. El paso del tiempo la erosión y el movimiento de las placas tectónicas en las profundidades de la tierra fueron modelando sus rocas.
La erosión de los antiguos glaciares contribuyó enérgicamente a la construcción de Milford Sound. En los últimos dos millones de años, hubo alrededor de una docena de fases glaciales importantes en la Isla Sur. Ríos de hielo de hasta dos kilómetros de ancho descendían de los Alpes del Sur y fluían de forma lenta hacia el mar, tallando su curso fuera de la roca sólida a medida que avanzaban. Más tarde, cuando la tierra se calentó, los glaciares se retiraron y los ríos de hielo se derritieron. En algunos lugares, las trincheras y los valles que dejaron se convirtieron en lagos, incluidos los lagos Te Anau y Manapouri. En Milford Sound crearon un fiordo: un valle escarpado y estrecho que se abría al mar, con altos acantilados a ambos lados.
Se puede ver el paso de los glaciares a lo largo del tiempo en la forma y altura de los acantilados que se levantan del mar. A medida que pasaron los años y los glaciares se derritieron, el grosor del hielo cambió, lo que resultó en las paredes onduladas y los valles glaciales en forma de U que se pueden ver hoy.
Cuando los glaciares comenzaron a retroceder hacia las montañas, dejaron enormes depósitos de rocas y escombros que habían traído consigo a las montañas. Hay un depósito de morrena terminal o “alféizar” en la boca de Milford Sound, dejando el fondo del fiordo a solo 27 m de profundidad en este punto (en comparación con más de 300 m de profundidad a cada lado). Este alféizar forma una barrera que impide la entrada de grandes olas del océano, manteniendo las aguas relativamente tranquilas.