Don’t exchange girls for cows, give them education.
En el artículo de hoy, quiero compartir con vosotros una pincelada de la cultura masái que se aparta de lo más habitual que podemos oír o ver sobre ellos. Este extracto intenta reflejar unos pequeños cambios que están surgiendo dentro de esta ancestral cultura, siendo muy afortunado de poderla observar y conocer de primera mano, durante mi corta estancia en un poblado masái.
En la cultura masái, un hombre puede tener varias mujeres, eso sí, siempre que las pueda mantener. El número de cabezas de ganado (vacas) o las propiedades, suelen ser un indicador y una moneda de cambio para conseguirlas.
Las mujeres las incorpora poco a poco a su familia mientras el hombre va ampliando su patrimonio y adquiriendo mas riqueza. Ellas conviven habitualmente con él en una aldea, la cual, está formada por unas rudimentarias casas circulares que ellas mismas se construyen con las heces de los animales y barro; esta situación, hacen que todas las mujeres vivan en la misma aldea de su marido, y es muy lo más normal, que en una aldea solo vive el con sus mujeres y los hijos que tiene con cada una de ellas, estando cada una en su casa con sus hijos, excepto la noche que el desea estar con una de ellas, momento en que se instala en la cabaña del hombre.
Esta situación tan particular, ellas no la llevan nada bien, los recelos entre ellas son máximos, pero todo y con esto, aceptan esta situación y si alguna de ellas necesita la ayuda de las otras para el cuidado de los hijos, siempre puede contar con ellas.
Con el paso de los años, el hombre masái va envejeciendo e incorporado más mujeres si sus propiedades se lo permiten, pero entre ellas, siempre hay una preferida, qué de forma habitual, suele ser la primera. Este estatus, queda latente en la organización ‘familiar’ lo que para las ultima en incorporarse a la familia, que suelen ser las de menor edad, en caso de fallecimiento, las deja desprotegidas de posibilidades de seguir adelante y suelen quedarse sin nada en el reparto de los bienes del difunto.
Esto no sería un problema tan grave, si ellas pudieran contar con habilidades que les facilitaran posibilidades de seguir adelante en su día a día, lo que más agrava esta situación, es que el hombre masái, se casa con mujeres muy jóvenes, puesto que la elección, viene negociada entre el y el padre de su nueva esposa, incorporándose con corta edad a su nueva familia.
Desde hace ya algunos años, nacieron proyectos dedicados a que las personas puedan tener un acceso más fácil al mercado laboral y desarrollar sus habilidades emprendedoras y comerciales. Junto con el aprendizaje, se forma a las alumnas en aprender el concepto de ELECCION Y SABER DECIR NO a estas situaciones con la intención de qué con todos estos elementos, puedan huir de esa situación de desamparo producida con la muerte de sus conyugues. Además, los impactos son también muy positivos en el campo de la salud, la calidad de vida y la capacidad de generar ingresos para poder tener una vida con más independencia.
La aldea que estuve visitando para poder comprender este nuevo movimiento cultural que se está generando en una de las más ancestrales y poderosas tribus africanas que se extiende principalmente por los territorios del Masái Mara en Kenia y el Parque Nacional del Serengueti, en Tanzania y cuyo principal modo de vida es la ganadería, cuenta con una formidable escuela, con maestros y cuidadores bien formados y externos a la comunidad masái en algunas ocasiones y donde conviven un gran número de niñas (y también algún niño) a los que se les da formación escolar y se les forma para que puedan ser capaces de tomar decisiones sobre su futuro. Esta pequeña población, alberga también una reducida reserva de casas para la acogida de mujeres que no pueden salir adelante solas por falta de medios cuando su marido fallece.